lunes 31 de enero de 2011
Los investigadores Juan Hurlé, Alberto Gandarillas, José Luis Fernández Luna, Benedicto Crespo-Facorro, Samuel Cos y Luis Martínez, en las nuevas instalaciones del Ifimav. :: JAVIER COTERA
Sus estudios buscan respuestas y solución al cáncer, el alzheimer, las enfermedades infecciosas o las cardiovasculares Más de 400 profesionales, del SCS y la Universidad, integran los 28 grupos de trabajo
Ana Rosa García
Más de uno habrá descubierto que el Ifimav existe desde que sus siglas agigantadas decoran la fachada de las nuevas instalaciones levantadas a los pies de la Residencia Cantabria, pese a que el Instituto de Formación e Investigación Marqués de Valdecilla va camino de cumplir una década. Y probablemente desconozcan aún que detrás de esas coloridas letras que han llamado su atención se encuentra la investigación biomédica más puntera de la región, fruto de la dedicación y el talento que acumulan los más de 400 integrantes de los 28 grupos constituidos, pertenecientes al Hospital Universitario Marqués de Valdecilla, Hospital Sierrallana, Hospital de Laredo, Atención Primaria y a la Universidad de Cantabria.
Sus estudios sobre cáncer, neurociencias, trasplantes de órganos y tejidos, enfermedades infecciosas y sistema inmune, metabolismo, envejecimiento y hábitos de vida, epidemiología y salud pública han situado a Cantabria en la cuarta posición en España en producción científica relativa por cada 10.000 habitantes -con más de 260 trabajos publicados en el año 2009-.
Por qué hay células tumorales que no mueren con la aplicación de la quimioterapia, cómo funciona y por qué se altera el equilibrio de la piel dando lugar a lesiones como la psoriasis o el cáncer, qué da lugar al desarrollo de la esquizofrenia, el alzheimer o el parkinson, son sólo algunos de los múltiples interrogantes sobre los que los investigadores del Ifimav indagan desde hace años con la esperanza de hallar respuestas y proporcionar a la salud 'armas' para combatir el avance de enfermedades ahora imparables.
El buque insignia, el centro motor de la investigación biomédica en la región, es el Hospital Universitario Marqués de Valdecilla, asociado a la Universidad de Cantabria. De la ingente labor investigadora desarrollada desde ambos ámbitos, basta con seleccionar algunos ejemplos para comprobar la vital importancia que representa el trabajo desempeñado por este colectivo.
Así, el equipo de 'Señalización celular y dianas terapéuticas en cáncer', que dirige el experto en biología molecular José Luis Fernández Luna, trata de identificar los mecanismos que utiliza la célula tumoral para evadirse de los efectos tóxicos de la quimioterapia, y de esta forma ayudar al desarrollo de nuevas estrategias terapéuticas dirigidas a las células resistentes. Y no sólo eso, sino que aspira a liquidar la posibilidad de que un tumor ya tratado vuelva a reproducirse.
«Hace algo más de tres años iniciamos un nuevo proyecto y un nuevo reto: estudiar las células madre tumorales. Estas células tienen características similares a las de las células madre adultas que hay en diferentes tejidos del organismo, por ejemplo en la piel, y que sirven para la regeneración de estos tejidos a lo largo de la vida. Sin embargo, a diferencia de las normales, las células madre tumorales tienen la capacidad de generar tumores. Estas células representan menos del 1% del total de las células en un tumor y se consideran las dianas idóneas sobre las que dirigir los nuevos tratamientos. Si fuéramos capaces de eliminar esta población celular posiblemente reduciríamos las posibilidades de que los tumores volvieran a desarrollarse después de un tratamiento», explica Fernández Luna.
De otro lado, partiendo de la base de que la epidermis es origen cada vez más frecuente de tumores, el grupo de la UC que lidera el investigador Alberto Gandarillas, estudia hace tres años la regulación molecular de las células madre y la multiplicación celular en la piel. Sus últimos descubrimientos, que revolucionan la manera de comprender cómo funciona y por qué se altera el equilibrio de la piel, podría tener aplicaciones en clínica -lesiones como la psoriasis, queloides y cáncer- y en cosmética.
Precisamente, otro tipo de cáncer, el mamario, centra la investigación que dirige actualmente Samuel Cos Corral (UC). Su equipo lleva unos 25 años trabajando sobre las acciones antitumorales de la melatonina, una hormona producida por la glándula pineal que puede ser eficaz en el tratamiento de los tumores mamarios debido a sus acciones antiestrogénicas. «En estos momentos, las estrategias que se utilizan en clínica para neutralizar los efectos de los estrógenos son los antiestrógenos y los inhibidores de la aromatasa, un enzima implicada en la síntesis de estrógenos. Consideramos de especial interés la posible utilización de un compuesto como la melatonina que presenta ambas acciones antiestrogénicas y antiaromatasa en la misma molécula». Otra de las líneas de investigación impulsadas por la Facultad de Medicina llega de la mano del científico Juan Hurlé y está centrada en la formación de las extremidades de vertebrados. Tal y como él mismo expone, «uno de los objetivos es generar una herramienta molecular que facilite la diferenciación de células madre en el cartílago con el fin de utilizarla en terapias regenerativas de la enfermedades de las articulaciones».
Desde el punto de vista clínico, el área de Neurociencias goza de gran prestigio. En ella se enmarcan, entre otras muchas, las investigaciones abordadas por los equipos del neurólogo José Berciano Blanco y el psiquiatra Benedicto Crespo Facorro. La primera de ellas se ocupa del estudio clínico, neurofisiológico y molecular de varias enfermedades neurodegenerativas, entre las cuales se incluyen el alzheimer y parkinson, las ataxias y paraplejías hereditarias, y la enfermedad de Charcot-Marie-Tooth. «Hemos puesto a punto una Unidad de ataxias y neuropatías hereditarias, que posibilitan establecer el diagnóstico molecular a pacientes de Cantabria y de otras comunidades, y una Unidad de Deterioro Cognitivo para mejorar la asistencia a pacientes con alzheimer y otoros síndromes afines», comenta Berciano.
La línea investigadora coordinada por Crespo-Facorro, que se inició en 2001, se basa en el estudio de la esquizofrenia, una enfermedad cerebral que afecta al 1% de la población y que se presenta al principio de la edad adulta o finales de la adolescencia. «En los últimos diez años nuestro grupo ha perseguido establecer algún marcador biológico que se asocie a la enfermedad o que nos aporte información sobre aspectos clínicos y cognitivos relevantes. Los estudios de neuroimagen cerebral, de genética y genómica han demostrado alteraciones que nos permiten proponer nuevas hipótesis de investigación con el objetivo final de poder, en su momento, diseñar nuestras estrategias terapéuticas».
Infecciones
Conseguir un diagnóstico lo más rápido y lo más fiable posible de los microorganismos que causan infecciones (virus, hongos...) y evitar la expansión de bacterias resistentes a antibióticos, tanto en el hospital como fuera, es el objetivo de la labor científica que desempeña el grupo de 'Microbiología Clínica y Molecular', que encabeza Luis Martínez. El fin último es procurar que los tratamientos sean lo más eficaces posibles. Las enfermedades cardiovasculares, los transtornos metabólicos, los trasplantes y las neoplasias hematológicas son otras de las materias sobre las que gira el largo etcétera de investigaciones en pro de la salud amparadas por el Ifimav.
Los casi diez años de trayectoria de este órgano de apoyo científico-técnico a la investigación biomédica en Cantabria podrían verse recompensados próximamente con la acreditación del Instituto de Salud Carlos III, un aval que hasta la fecha sólo poseen nueve centros en España, aunque otros tantos están en vías de conseguirlo. La primera evaluación está a la vuelta de la esquina. «En febrero habrá una visita inicial de representantes del Carlos III, que harán una valoración sobre la que tendremos que trabajar de cara a la auditoría final», declara el director del Ifimav, Francisco Galo Peralta, quien reconoce que «las expectativas son buenas».
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