lunes 07 de junio de 2010
Imagen de archivo de la recogida a pie del avión de una nevera que transporta órganos vitales destinados a un transplante. :: DM
En 2009 se registraron un centenar de operaciones, para las que el aeropuerto cuenta con un retén en caso de realizarse fuera del horario operativo
TEODORO SAN JOSÉ
En estos tres últimos años el aeropuerto de Parayas ha contabilizado 267 de los denominados 'vuelos hospital'. Se trata de operaciones aeronáuticas en las que el principal pasajero es un órgano vital destinado a transplante o bien un enfermo al que le traslada su aseguradora o su familia. Y en lo que va de año ya se han efectuado otras 28 actuaciones, la más reciente el pasado día 14, en la que se trajo de Madrid a Santander unos pulmones destinados a un paciente ingresado en Valdecilla.
Conforme a los datos de AENA, el aeropuerto cántabro ha visto incrementar paulatinamente el número de operaciones de este tipo de vuelos, pues de los 62 que se realizaron en 2007 se pasó a los 84 de 2008 y se alcanzaron los 103 el pasado año. Se trata de vuelos sin regularidad ni frecuencia, que tan pronto vienen a recoger un órgano vital o a un enfermo como para depositarlo en tránsito hacia el hospital.
O, tampoco es excepcional, acude para llevarse a un equipo médico que se desplaza para realizar la extracción en otro quirófano fuera de Cantabria. Está en función de las necesidades y de la planificación de la Organización Nacional de Transplantes (ONT), que es la encargada de coordinar este tipo de vuelos. Y, por motivos obvios, tampoco tienen horario.
El tiempo es vida
La de Santander es, según AENA, una infraestructura clave para posibilitar el traslado y transplante de órganos y de enfermos, un proceso complicado y crítico en el que, además del personal sanitario, tienen un relevante papel un puñado de trabajadores del aeropuerto, un retén que hace posible que el tiempo de desplazamiento bien del órgano, bien del equipo médico que va a proceder a la extracción sea el menor posible. En materia de transplantes, aquello de que el tiempo es oro debe suplirse por 'el tiempo es vida'. Y cuanto más corto resulte el proceso, mayores posibilidades hay de salvar la vida de los receptores o del enfermo.
En el caso de que el 'vuelo hospital' se organice dentro del horario operativo del aeropuerto de Parayas (entre las 7.30 y las 23.30 horas) la operación se acopla al resto de la programación de vuelos comerciales que haya previstos en ese momento y se abre un franja -'slot'- para que aterrice o despegue.
Pero las necesidades vitales de los enfermos o las urgencias médicas no saben de relojes, por lo que tampoco es raro ni excepcional que las compañías aseguradoras o la ONT, según sea el caso, requieran un 'vuelo hospital' fuera del tiempo operativo de Parayas. Al contrario. Es práctica habitual. En estos últimos tres años ha ocurrido en más de medio centenar de ocasiones.
Para cuando eso sucede, la organización interna del aeropuerto dispone de un protocolo de actuación. Se activa una vez que lo solicita la ONT, por ejemplo, e implica la localización y asistencia inmediata al aeropuerto de un retén mínimo de personal.
Pendientes
Siete personas componen ese retén en Parayas, que tiene turnos mensuales de localización las 24 horas del día. Dicho equipo hace posible que el avión pueda aterrizar y despegar entre las 23.31 y las 7.29 horas, cuando el aeropuerto está cerrado para la aviación comercial, pero también actividades tan básicas y necesarias como que funcionen las balizas de señalización de la pista o, por ejemplo, esté cubierta la seguridad ante cualquier incidencia de la nave.
Se trata de un equipo imprescindible que garantiza que la llegada y salida de Parayas del 'vuelo hospital' se va a desarrollar con todas las condiciones de eficiencia y seguridad. Así, un técnico de operaciones coordina a los implicados del retén y asigna la posición donde estacionará la aeronave, además de llevar a cabo los registros de vuelo. Otro de los componentes es un técnico de la central eléctrica, que inspecciona las condiciones del suministro, el estado de iluminación de la pista y del resto de instalaciones; al tiempo, un técnico de mantenimiento de navegación aérea supervisa el estado de funcionamiento y operación de las ayudas radioeléctricas y demás equipos.
Antes de que el aparato se aproxime a Parayas, el observador meteorológico integrante del retén elabora un parte, cuya información (visibilidad, viento, temperatura...) traslada y resulta necesaria al piloto con vistas a la realización de las maniobras en vuelo. Paralelamente, el controlador establece y señala la ruta de aproximación del avión, se comunica con la tripulación y facilita las correspondientes autorizaciones de aterrizaje y despegue.
El equipo de guardia para este tipo de vuelos se completa con la presencia de dos bomberos del propio aeropuerto, preparados para responder ante cualquier percance que pudiera ocurrir en el aterrizaje o despegue del avión.
Cada cual tiene bien delimitadas su funciones. Los siete son eslabones necesarios para que los vuelos hospital cumplan el cometido que persiguen, como también lo es la de los agentes de la Guardia Civil y de los efectivos de seguridad del turno nocturno, quienes llevan a cabo los procesos de seguridad y vigilancia pertinentes.
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